Mi alma la tripula el viento de tu respiración
Besa, hasta que sean de piedra tus labios y tu lengua. Acaricia, hasta que tus manos me desgasten. Entrégate, con el calor del deseo. Con fervor, con pavor; no retrocedas... Y en la batalla de labios y caricias, en la batalla tibia de dos cuerpos, baja lentamente, hasta cavar muy hondo, entre dos muslos. Y así, de toques a besos, de humedad a silencio, te creces en ternura, y bebo de tu saliva, el aroma de mi cuerpo.