Al final todo son trozos
Estamos acostumbrados a trocear la realidad. La naturaleza se estudia por partes separadas: insectos por ejemplo, y entre los insectos a un lado los que vuelan, a otro lado los que andan, los que horadan galerías, los que tienen cuerpo blando, los que lo tienen duro… Los médicos se especializan en algún trozo (órgano le llaman) del cuerpo humano: garganta, riñón, piel, sangre, corazón, ojos… Parece que es el dominio del hemisferio izquierdo del cerebro, ese que, tranquilamente, clasifica, numera y esquematiza. Quizá clasificar, enumerar, esquematizar y simplificar nos facilita el estudio de algo, quizá es un sistema que nos permite creer que comprendemos la complejidad, pero sin duda nos muestra una versión reducida, fracturada y pobre de lo que nos rodea y de las relaciones que podemos establecer, una manera ficticia e irreal de interpretar el mundo.