Nada es lo que parece
y nada parece ser lo que en realidad es
Las personalidades se transmutan con las compañías, las palabras se desdicen en un abrir y cerrar de ojos, los actos se esfuman como la niebla y sus objetivos tornan a nobles según las miradas inquisitorias que los juzguen. Los pensamientos se esconden bajo corazas de autoconvencimientos inútiles. Máscaras de usar y tirar listas para la ocasión.
El desconocimiento es la base del miedo y la inseguridad que termina en envidias insanas y luchas de gigantes. A veces incluso, refriegas contra los demonios internos cuyos finales, trágicos casi siempre para con el portador del campo de batalla, traen consigo entonaciones de aluviones depresivos de meas culpas.
Fingir se vuelve cotidiano y se fusiona inexorablemente con la sociedad más actual.
Magnífico. Sublime.
ResponderEliminarTendremos que decirle a nuestra amiga la Justicia que deje las vacaciones que se está tomando... La verdad es que no estaría mal que reaccionásemos.
Gracias, aunque realmente no me atrevería a decir que es culpa de la justicia. Pero si coincido con lo de reaccionar. Ojalá los ideales se transmitieran tan fácilmente.
EliminarV de vendetta... Ayer la echaron por la noche, ¿tú también la viste?(;
ResponderEliminarNi todas las máscaras ni las corazas pueden impedir que la verdad salga a la luz.
Y la verdad siempre acaba saliendo. Siempre.
El problema es que muchas veces no estamos preparados para asimilarla...
Sí, la ví, y tengo que admitir que fue gratamente inspiradora. Es de mis películas favoritas.
ResponderEliminarLa verdad... uf, eso es un asunto peliagudo. Por muchas cosas que se digan de ella nunca será suficiente.
Un saludo.