Desaliento
El frío de abril da irrealidad al cielo por haber llegado tan tarde. Es solo este frío a deshora el que ha propiciado el desastre. Si la devastación hubiera llegado un minuto antes de la tragedia, pensamos, la sangre enferma no se hubiera propagado tan deprisa, y nos hubiéramos ahorrado el tener que ahogarnos en nuestro propio veneno.
Fue después del beso en espiral cuando nuestra última mirada cayó al suelo, rompiéndose con un lánguido estrépito. En ese momento tuvo lugar nuestro vértigo y nuestra tragedia. Como la de los grandes héroes griegos. Se empieza a morir bien en fragmentos de espejos reflejados. Pero el estruendo de cristales rotos de nuestras miradas al romperse no sobresaltó a nadie. Ni a nada. Ni a nosotros. Que pasaría esto ya deberíamos haberlo adivinado porque de antemano lo supimos. Y es que cuando la voz solo sirve para cantar a los sordos es grave.
No hay otro secreto que este. No hay solución de continuidad. No hay otro final posible. No se puede vivir sin vértigo, ni sin esta tragedia nuestra, que nos embota como la fiebre incubada en un frío mes de abril.
Siempre he pensado que la vida sin miedos ni temores carecería de sentido, ya que no hay mayor incentivo que el superarse a una misma y sentir que lo has vencido. Al igual que creo que para disfrutar de la felicidad necesitamos el drama...
ResponderEliminarEl problema de esos retos es que no siempre se superan. Y entonces... ¿qué pasa?
EliminarQue necesitas darte más tiempo, recuperarte de la caída y volver a intentarlo cuando te vuelvas a sentir preparada para ello porque podrás..ya que lo único que uno no puede superar es su propia muerte (y si tienes fe, se supone que solo es un principio más)
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