Esos monstruos se apoderan de mí otra vez.
Pregunto al vacío sin esperar respuesta. Silencio. Mera derivación de un instinto que ansía tomar el control. Sabiendo que está en el interior de mi propio laberinto. El cuerpo tiembla y la mente lucha, pero es una batalla perdida de antemano. Ha sucumbido ante esta criatura, lo ha devorado sin un ápice de piedad. Fuera, se corta el viento; dentro, se escucha su rugido. La nube negra vuelve a sepultarme. Los pocos sonidos que llegan son como ácido sobre la llaga viva, y quema muy lentamente. El reloj no se detuvo, solo se congeló en el tiempo esperando pacientemente a volver a dejar caer todos sus granos. Dolor que causa dolor. Mientras mi mente cabalga sobre una sombra enloquecida en una estepa que se ahoga tragándose
0 colapsos arteriales:
Publicar un comentario