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miércoles, 30 de abril de 2014

Deseo

        


Pavor resistirse
defenderse luchar
gemir sollozar
caer.
Estridencia ingletear
enroscarse pegarse
fogosidad extenuar.
Separar deslizarse
suspirar ondular
desaparecer encontrar
yo
a ti
tú.

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jueves, 24 de abril de 2014

Bailemos en el infierno bajo la luna llena

             



-¿Ya has comprendido quién soy en realidad?
-Perfectamente - respondí sin vacilar. 
Él levantó la mirada y la clavó en mis ojos, en mi alma 
- Eres uno de los ángeles rebeldes. Un... demonio.
-Ésa es solo una estúpida denominación humana. Pero no tienes nada que temer de mí.
-Lo sé, siempre lo he sabido.



Me asombré del terror que no podía sentir. Estaba junto a un demonio y en todo lo que podía pensar era en que estaba tan cerca de mí que comenzaba a sentirme extrañamente agitada, deseosa de consolarle, de abrazarle, de devorarle. Me acarició el cabello mientras yo, simplemente, le contemplaba inmóvil y extasiada, disfrutando de cada uno de los movimientos de sus ojos que seguía la sutil caricia de sus manos sobre mi piel. No era solo mi corazón sino mi alma misma quien lo anhelaba. Empezaba a sentir las mordeduras de un amor indomable, prohibido e innatural. Me tomó el rostro entre sus manos y me miró silenciosa, fijamente, con sus brillantes ojos. Algo me impulsó a hacer lo mismo y poseer su rostro entre mis manos. La cabeza me daba vueltas. ¿Sufre él tanto como yo?. Y pensé en el infierno y en los castigos que en él me esperaban por cometer aquel terrible pecado mortal. Pero el infierno me parecería la gloria si él estaba allí, si se me permitía siquiera contemplar su mirada durante el horrible tormento. Bajé mi vista hacia sus labios, movida por emociones que nunca antes había sentido. Tenían un color rosado muy vivo, carnosos y deliciosamente apetecibles. Sentí como involuntariamente mi cabeza se resbalaba de las manos que la sostenían y mis labios acudían al encuentro de los suyos, pero no fueron besos lo que intercambiamos sino el aire que nos embargaba.

Que me importa que mi alma se condene. Que me arrojen al infierno si mi amante es mi castigo. Pero me aseguró que el infierno es solo una idea humana. No existe tal lugar, ni nadie encargado de infligir despiadadas venganzas sobre las almas inmortales. 


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martes, 22 de abril de 2014

Ángel sin alas

        



He de admitir en silencio lo que mi cuerpo lleva gritando mucho tiempo. Le pertenezco a un pequeño ángel de aspecto pecador y ojos pecaminosos. Sin saber cómo, me he enredado entre sus alas perdidas hace mucho tiempo y ahora no puedo desenredarme. Como polilla hacia la luz he caído en la trampa de confundir la tierra con el cielo y no creerme la existencia del infierno. Ahora mi alma está condenada y no hay salvación posible. Pero soportaré gustosamente la carga si a cambio vuelve a atraparme en su cuerpo.


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domingo, 20 de abril de 2014

jueves, 17 de abril de 2014

El nombre del viento

        


Todos nos contamos una historia sobre nosotros mismos. Siempre. Continuamente. Esa historia es lo que nos convierte en lo que somos. Nos construimos a nosotros mismos a partir de esa historia. Conoces a una chica tímida y sencilla. Si le dices que es hermosa ella pensará que eres simpático, pero no te creerá. Sabe que esa belleza es obra de tu contemplación. Y a veces basta con eso. Pero existe una manera mejor de hacerlo. Le demuestras que es hermosa. Conviertes tus ojos en espejos, tus manos en plegarias cuando la acaricias. Es difícil, muy difícil, pero cuando ella se convence de que dices la verdad, de pronto, la historia que ella se cuenta de sí misma cambia. Se transforma. Ya no la ven hermosa. Es hermosa, y la ven.
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La vieja Polaroid

        


Si existiera una manera, una máquina, alguna forma de liberar a las personas de las fotografías, de nuestras mentes, de los recuerdos. De capturar aquellos instantes congelados y descongelarlos, hacerlos reales y devolverlos al mundo. Si existiera una manera, sería feliz, otra vez.



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jueves, 3 de abril de 2014

Fight Club

        




"Si estás leyendo esto, el aviso va dirigido a ti. Cada palabra que leas de esta letra pequeña, inútil, es un segundo menos de vida para ti. ¿No tienes otras cosas que hacer? ¿Tu vida está tan vacía que no se te ocurre otra forma de pasar estos momentos?, ¿o te impresiona tanto la autoridad que concedes crédito y respeto a todos los que dicen ostentarla? ¿Lees todo lo que te dicen que leas? ¿Piensas todo lo que te dicen que pienses? ¿Compras todo lo que te dicen que necesitas? Sal de tu casa. Busca a alguien del sexo opuesto. Basta ya de tantas compras y masturbaciones. Deja tu trabajo. Empieza a luchar. Demuestra que estás vivo. Si no reivindicas tu humanidad te convertirás en una estadística. Estas avisado..."



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¿Qué es peor, el infierno o la nada?

        






Se asomó a la ventana y miró hacia arriba, a las estrellas, esperando que bajara un ángel del cielo y la rescatara de aquella vida de mierda. Por detrás de ella, los ronquidos le impedían pensar con claridad y no paraban, al contrario, parecían cada vez más sonoros. Agarró bien fuerte una de las macetas con ansias de lanzársela a la cabeza, a ver si de una vez se callaba, y así se mantuvo, con el brazo en alto y desvelada, mientras observaba el reloj y pensaba en las horas que le quedaban. Miró al cielo y vio que el ángel no bajaba, ¿en qué momento la habría olvidado? Echó un vistazo hacia abajo, a los cuatro pisos que la separaban de la carretera, ¿Cincuenta metros? ¿Cien? ¿Qué más daba? Un simple número sin importancia, una cifra que no significaba nada, como todo lo demás. Nada significaba nada, solo minutos, metros, horas, días y segundos, y ronquidos y cosas que limpiar. Y el dichoso ángel que no bajaba.


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Satisfacción

             




Corría y corría, se daba con las ramas de los árboles en la cara, se tropezaba con piedras gigantescas que encontraba en su camino, que a veces saltaba y que otras veces empujaba hacia los lados para hacerse camino. No sabía muy bien de que o de quien huía, pero si sabía que fuese lo que fuese estaba cerca y a punto de atraparle.

En su desenfrenada carrera llegó hasta el borde de un acantilado, se detuvo unos segundos a pensar que podía hacer, si se quedaba allí, lo que le perseguía le daría alcance enseguida, no podía volver atrás y tampoco había mas salidas.

Sin pensarlo mas tomó impulso y saltó al vacío, no le sorprendió nada ver que volaba, o mas bien planeaba; le gustaba la sensación de libertad que experimentaba, por primera vez en mucho tiempo se sintió feliz y relajado. El aire era cálido y el sol templaba su cuerpo desnudo.

Todo era armonía, paz y silencio, hasta que en la lejanía empezó a escuchar el peculiar sonido de las sirenas de las ambulancias.

En cuestión de segundos sintió un fuerte golpe sobre todo el cuerpo y todo se tornó negro, frío y ruidoso. Poco a poco retornó el silencio, la paz y la armonía, volvía a sentirse de nuevo ligero y mas liviano que antes, solo escuchaba en la lejanía una voz que decía: "No se puede hacer nada por él".

Cuando la policía entró en su apartamento se encontró todos los muebles tirados por el suelo, las cortinas arrancadas, las lámparas destrozadas y la puerta de la terraza abierta de par en par.

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