Ángel sin alas
He de admitir en silencio lo que mi cuerpo lleva gritando mucho tiempo. Le pertenezco a un pequeño ángel de aspecto pecador y ojos pecaminosos. Sin saber cómo, me he enredado entre sus alas perdidas hace mucho tiempo y ahora no puedo desenredarme. Como polilla hacia la luz he caído en la trampa de confundir la tierra con el cielo y no creerme la existencia del infierno. Ahora mi alma está condenada y no hay salvación posible. Pero soportaré gustosamente la carga si a cambio vuelve a atraparme en su cuerpo.