Viejos raíles
El tren partió con el último silencio
llevándose la voz tenue que nos ahogaba
que dejaba insatisfechos nuestros delirios
de espíritu sordo y lengua áspera,
que desbordaba cada vaso incapaz de contener ya sangre
cuando la sangre aún hervía.
Marchó el tren creando raíles muertos a su paso
soltando un vapor naranja espeso sobre fondo negro
dejando caer veloz
por sus ventanas
esmeriladas
las palabras
pesadas
que ya no nos servían
por no poder herirnos.