…ya me ahogan los tormentos,
mi cerviz a la aflicción injuriosa.
¡Ay! mi cráneo está triste,
trágica función le aniquila al alma ¡recuerdos!
y en el silencio de los silencios
me mira, sonríe, tiene el rictus del fatal designio;
el lamento a mis labios es absenta almibarada;
pesadilla negra es mi prosaica compañera;
es la fatalidad de aquel que perdió la risa,
es la triste prisa del que perdió su anémica sonrisa,
pero todas las noches vuelvo para verla,
y al verme en su lúgubre espera,
sonríe, sabiéndose eterna.
A veces veo entre las sombras
y me marca la piel,
y me marca la piel,
y en esta enajenación creo
cortar en dos al tiempo,
al dolor del odio,
al cráneo mismo,
y el cráneo sonríe a mi preludio
y se aferra a este delirio.
Le acaricio, con la piedad de un dios sin mundo.
Y el cráneo me sonríe;
Esquivo a sus cóncavos negros,
cual cretino vagabundo;.
Y el cráneo me sonríe,
Así, en el parto de las sombras,
el engendro engendra,
en mis labios de dolor,
su sonrisa,
¡Su mueca eterna…!