Cada vez que tomas una decisión horadas la delicada tela del espacio-tiempo, del destino, o del llámalocomoloquierasllamar. Entras una dimensión paralela totalmente diferente y nueva, que no existía anteriormente y de la que ya no puedes escapar. Es irrevocable. Y tiene consecuencias.
No tomar una decisión no cambia las cosas, pues no decidir es una decisión en sí misma. Nadie escapa de esta sutil tela de araña. Podrás creer que esto pasa por el capricho de extraños e ignotos dioses, por creencias humanas más mundanas, o más metafóricas o profundas. Podrás dejarte llevar por sentimientos, intuiciones, por tabúes. O aférrate a la racionalidad, a la costumbre. Drógate, viaje en el tiempo, hazlo todo a la vez. Da igual, el agujero ya está hecho.
Y pasa todo el tiempo.
Tomar decisiones debería ser liberación, pues como tú dices hasta el dejarse llevar por no tomarlas es una decisión, ojalá el mundo entendiese que entre esta maraña de cuerdas aún podemos seguir bailando disfrutando entre las cuerdas que elijamos ;)
ResponderEliminarQué dificil es tomarlas a veces, y que libres nos sentimos después. Incluso si la decisión revoca a una inevitable caída al vacío, el tiempo que tardemos en reventar contra el suelo será precioso, porque será nuestro.
ResponderEliminarMe alegra ver que sigues escribiendo, te seguía antes desde mi otro blog, Respira, y ahora te sigo desde este.
Un beso, y a seguir tomando decisiones.
De la libertad habría mucho que decir, pero de momento te doy la bienvenida otra vez, me alegro haberte reencontrado.
EliminarUn beso.