Abramos el balcón,
aullémosle a la luna
estirados de cuerpo para arriba,
hermosos como lobos
que ahora entienden el rumbo del que vienen,
que ahora saben el tiempo en el que habitan.
Que también es hermoso amarse en la memoria
y en la complicidad,
huyendo de la lluvia
de una vieja ciudad,
recién enamorados todavía.