Desperté en un mundo donde el odio y el egoísmo reinaba en la calle, y me pregunté ¿porqué vivir mal para tener que ser un cadáver más? En las montañas vivían aquellos que por desgracia habían sido desterrados, viviendo en tierra de nadie, luchando por sobrevivir. Muertos de hambre, de sed y de mente, vi en ellos una única esperanza en sus ojos oscuros. Una bomba sin mecha para ser explotada. Sólo necesitaban una chispa para correr río abajo. Morir era nuestro destino, pero preferimos morir luchando.