Te maté.
Te golpeeé una y otra vez, hasta que ya no pude hacerlo más.
Usé las palabras, los hechos, la ira, las armas, el resentimiento....
Te maté.
Te enterré mientras escuchaba mi canción favorita.
Te escondí y oculté entre los matorrales y mis entrañas.
Hice que desaparecias de mis mañanas, noches y tardes.
Borré y ensucié tus rasgos a base de tinta y crueldad.
Aún así te pensaba sin querer, premonitoriamente, mientras te desollaba.
Te perdí para siempre en mis recuerdos.
Acabé contigo como se acaban los mejores poemas.
Te tantas cosas que me olvidé. Y ahora que recordé, escribo.
Te mato para vivir.