Estaba sentada en la entrada de la puerta, su vestido manchado de tierra. El charco de agua crecía cada vez más y más con cada gota que caía del cielo, que dejaban a su paso un ambiente nublado pero cálido a la vez. De sus auriculares salía una melodía; la letra se la sabía de memoria. Esa canción le traía muchos recuerdos. Al mismo tiempo que cantaba se formaba una nube espesa y gris.
Ya había pasado mucho tiempo y aún no lo podía olvidar, aunque el daño que sentía día a día era cada vez más fuerte y real, sufriendo por un sueño, algo que nunca pasó. Sólo en su imaginación. Sí, debió ser eso. No podía haber habido semejante sufrimiento en el mundo. Tanto dolor, tanta hambre, tantas lágrimas derramadas, tanta miseria humana... Las pastillas que había tomado ya habian echo efecto. Se acostó en el césped. Seguía mojado. Vio las nubes blancas que se habian formado tras la tormenta y sonrió. Pensó que si después de tanto caos se había formado algo tan hermoso, todavía había esperanza.
Todo estará bien al final, si no está bien, es que todavía no es el final.